Revista Científica Ciencia y Tecnología. Vol 17 No 15, 2017 / págs. 15 - 26
Con turistas cada vez más informados y mejor asesorados y a medida que las
tecnologías avanzan, los turistas evolucionan en torno a los métodos de selección
del destino y planificación del viaje, llegando así a convertirse la web en la
herramienta más importante a la hora de obtener información, algunos autores
hablan del turista 2.0. Jiménez (2012) describe al turista 2.0 como: “Un viajero
más informado, participativo, que busca y compara, que ya no decide a partir del
consejo de una agencia de viajes, sino que ha de ser persuadido directamente por
el producto o servicio turístico y la forma en que éste se presenta en Internet”
(p.144). En tal afirmación, se concibe la importancia de la creación de páginas webs
turísticas, tanto en lo que se refiere a imágenes como a texto, con una perspectiva
multimodal.
No es solo la falta de talento humano con actitudes y aptitudes la que incide en la
gestión del Área Nacional de Recreación Isla Santay, existe otro factor, y que desde
nuestra perspectiva tiene mayor incidencia, el impacto al que ha sido sometida la
comunidad con el montaje de toda una estructura turística, que si bien es cierto ha
beneficiado social, ambiental y económicamente a la comunidad, ha descuidado en
cierta medida la formación del talento humano, lo que repercute directamente en la
gestión social, económica y ambiental del sitio de interés.
La creación y puesta en oferta de Isla Santay como un destino de importancia
turística, no ha sido un proyecto que responde a un proceso continuo y de años de
formación, socialización y empoderamiento del capital social y ambiental de la
comunidad, lo que sin duda alguna influye directamente en la gestión turística del
destino, a diferencia de otros destinos comunitarios que responden a un proceso de
años de planificación, estudios, investigaciones y empoderamiento del capital que
posee el sitio de interés, un ejemplo de tal proceso, ya bastante conocido en
Ecuador es la Comunidad de Agua Blanca, situada en el Parque Nacional Machalilla
(PNM), en el cantón Puerto López, provincia de Manabí, que previo a su puesta en
oferta en 1986 (año de apertura del museo comunitario de Agua Blanca) (Prieto,
2011), debió pasar por un proceso de socialización y planificación, y que, a través
de autogestión de los líderes comunitarios y la comunidad en general, ha sido capaz
de montar todo un andamiaje turístico, que a la actualidad permite el desarrollo
vehemente del turismo comunitario.
A diferencia de Isla Santay que, por iniciativas del gobierno central, recibió de
manera directa la ayuda para montar tal estructura y que a la actualidad presenta
los primeros síntomas, de la falta de gestión turística –ambiental y sin duda alguna
de gestión administrativa para mantener en el tiempo la armonía entre actividades
turísticas, desarrollo comunitario y protección ambiental.
La contaminación presenta huellas palpables a simple vista, es común que los
turistas se encuentren con botellas de plástico a un costado de los senderos, es
frecuente también la presencia de desechos plásticos en las laderas del rio, lo que,
para un destino comunitario que predica un modelo de gestión sostenible parece
contradictorio, y en definitiva, es una clara muestra de que el modelo de gestión de
Isla Santay necesita tomar en consideración algunos aspectos que contribuyan a la
práctica cercana a lo idóneo de turismo sostenible.
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No.15, 31 de julio de 2017
ISSN impreso: 1390 - 6321
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