Ayón, Baque, Jaime, Granoble, Zea, Salazar. La formación docente y
el uso de técnicas activas en la educación superior
Según Comenius (2009), “las técnicas activas son, en general, procedimientos que
buscan obtener través de una secuencia determinada de pasos o comportamientos,
uno o varios productos precisos. Determinan de manera ordenada la forma de llevar
a cabo un proceso, sus pasos definen claramente cómo ha de ser guiado el curso de
las acciones para conseguir los objetivos propuestos” (p. 4).
Con lo expuesto por los autores, la formación docente y las técnicas dentro del
interaprendizaje permiten a los estudiantes realizar actividades que propicien la
indagación de sus ideas intelectuales y que desarrollen su pensamiento crítico. El
alumno debe ser gestor de su propio aprendizaje, a través de la experiencia de
reflexión educativa donde los participantes aportan su experiencia particular
enriqueciendo y ampliando la experiencia colectiva.
Como podemos mencionar, la excelente formación docente y la aplicación de las
técnicas activas para el perfeccionamiento de las capacidades de los educandos, con
un aprendizaje más atrayente y motivantes. De esta manera se logra alcanzar una
educación participativa en los estudiantes de la carrera de Comercio Exterior.
La Formación y la práctica docente
Si bien la reflexión sobre la relación de la teoría con la práctica en la formación docente
excede el propósito del presente trabajo, no puede dejar de señalarse que las
distintas tradiciones suponen una forma particular de aquella relación. Así, en la
tradición eficientista, puede observarse la concepción de creer posible que la práctica
pedagógica pueda producirse en un contexto teórico y luego ser aplicada en
situaciones prácticas. Es decir, derivar de la teoría científica reglas que aseguren
resultados y conformar la práctica docente en la mera aplicación instrumental: “(...)
así entendida, la teoría de la educación es una forma de ciencia aplicada que emplea
generalizaciones empíricamente comprobadas como una base para resolver
problemas educativos y guiar la práctica (...)” (Carr, 1990, p. 75).
Se ha observado que la corriente de carácter eficientista ha intentado escindir los
ámbitos de planificación y ejecución, con el que el docente pierde virtualmente la
reflexión sobre su propia tarea. Cuanto más se separan estos ámbitos tanto más
intensos es el proceso de descualificación del trabajo docente, y más dependiente se
los hace de los “especialistas” (Apple & Jungck, 1990). En tal sentido, aceptar que
toda práctica no se encuentra completa si no incluye lo que el “Práctico” piensa de
ella es tan necesario como aceptar que ningún teórico puede hacer una observación
teóricamente neutral (Ídem).
La relación con el conocimiento no responde a la repetición textual de una receta
pedagógica sino que es una resultante de múltiples factores: la propia experiencia
que el docente tuvo como alumno la reinterpretación que hace de teorías o fragmentos
de teorías, como así también de las posibilidades de implementación que su contexto,
y sus circunstancias, le permiten en este sentido, diversas investigaciones concluyen
que “(...) el docente no es un sujeto neutro que aplica técnicas sino un sujeto cargado
de supuestos, creencias, valores e ideas que
determinan no sólo las formas de ejercer
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Revista Ciencia & Tecnología
No. 17, 31 de enero de 2018
ISSN impreso: 1390 - 6321