Revista Científica Ciencia y Tecnología. Vol 20 No 27, 2020 / págs. 1 - 9
responsabilidad de un profesorado también “especial”, en términos de conocimientos,
destrezas y habilidades propias para trabajar con el mismo.
En la perspectiva contextual o educativa, cualquier alumno puede experimentar
dificultades para aprender en un momento u otro de su escolarización. Los sistemas
de ayuda y apoyo deben estar disponibles para todos los alumnos que lo precisen y
se organizan a lo largo de su escolarización. Los profesores asumen la
responsabilidad del progreso de todos los alumnos, con el compromiso de avanzar
hacia una educación más inclusiva.
En esta red tienen que estar los alumnos y sus familias, los propios compañeros y la
comunidad con todos los servicios relacionados con la atención a la infancia y la
adolescencia, pero también con los recursos comunitarios que todas ellas, en mayor
o menor grado, tienen (medios de transporte, empresas, comercios, museos,
servicios públicos), se refuerzan los vínculos entre comunidad social, política y
educativa (Parrilla, 2006).
Los distintos tipos de apoyos que pueden prestarse tienen una finalidad didáctica. Se
mejora la participación, al sentido de comunidad y al fortalecimiento ético como parte
del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Se trata de percibir la escuela-red y los proyectos educativos, circunstancia en la que
el centro de enseñanza como tal pasaría a ser nada más y nada menos que eso, el
centro, el nodo central, movilizador, en vez del recinto exclusivo, de proyectos más
ambiciosas articulados en redes más o menos amplias.
Echeita y Simón (2012) aluden a un marco de referencia para una visión ampliada
del apoyo escolar, donde se relacionan los agentes con los ámbitos de actuación:
mejorar la participación del sentido de la comunidad y del proceso de enseñanza-
aprendizaje. Se refuerza el sentido de equipo, con apoyo moral y seguridad, que
ejerce una influencia positiva. Permite una observación mutua, se crean espacios de
docencia compartida, con apoyo directo y específico a los alumnos, se difunden
experiencias y se facilita la gestión del aula.
En el alumnado se realiza la participación con la acogida de nuevos compañeros, se
refuerzan las relaciones sociales: “círculo de amigos”, los procesos de consulta, que
mejoran el aprendizaje cooperativo, participan en las juntas de evaluación y
aplicación de TIC.
En las familias; facilitan el sentido de comunidad, dan apoyo moral, confianza, estima
y consideración, contribuyendo a la creación de redes de familias, participan en
estructuras formales (consejo escolar), comisiones, aula, otras. Todo este proceso
permite apoyar las actividades en los diferentes ámbitos de la vida de la escuela (aula
y centro en general). La participación como voluntarios en “grupos interactivos”,
tanto desde aspectos prácticos a emocionales.
La participación de los servicios de la comunidad y los mediadores sociales, las
asociaciones, las ONG, los grupos religiosos, la universidad y otros centros escolares.
Se trata de una amplia red de participación para lograr prácticas educativas
inclusivas.
Resulta interesante comentar la reflexión de los autores respecto a la tradición
educativa poco o nada proclive a reconocer y respetar, en un marco inclusivo, la
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Revista Ciencia & Tecnología
No. 27, 31 de julio de 2020
ISSN impreso: 1390 - 6321
ISSN online: 2661 - 6734