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Revista Científica Ciencia y Tecnología Vol 20 No 27 págs. 19-25
Desarrollo
Para que la Química cotidiana no se reduzca a una mera introducción, para que esta
se convierta en el centro organizador del currículo y, a la vez, genere situaciones
problemáticas en el aula con el propósito de aprender Química, no puede restringirse
a un aumento de ejemplos o de situaciones conocida. No sirve el uso exclusivo de
objetos cotidianos para plantear los mismos ejercicios, algoritmos o prácticas de
siempre. No basta con trasladar los repetitivos problemas a un entorno más familiar
para el alumnado, manteniendo la misma metodología de enseñanza, los mismos
conceptos y criterios de evaluación. Para la mayoría de estudiantes, los cursos de
Química reflejan dificultades extremas porque se les presenta en su mayor parte
como una enorme acumulación de información abstracta y compleja. Y aún más, para
aprender los principios de esta ciencia deben también conocer y dominar su propio
lenguaje, su simbología. Estos elementos conllevan a la desmotivación por la ciencia
y, posteriormente, al bajo nivel de aprendizaje (Chang, 2007).
Si se pretende lograr la alfabetización química de los estudiantes, si se desea que los
estudiantes conecten la Química escolar con la cotidiana es necesaria una
transformación del currículo, no solo en la secuenciación de contenidos (que se
centrarían fundamentalmente en cuestiones cotidianas) sino también en la práctica
docente que promovería la indagación, la resolución de problemas (no
exclusivamente de lápiz y papel sino que también incluyan procedimientos de casa y
de laboratorio) de forma colectiva y la búsqueda de explicaciones ante los fenómenos
que pueden observar en la vida cotidiana. En opinión de quienes escriben este
trabajo, los fenómenos cotidianos deben servir de base para la elaboración del
currículo, más que quedar relegados al papel de adorno reductivo de los contenidos.
No deben servir solamente para introducir o motivar, sino para problematizar
situaciones de las que surja la teoría y, de esta manera, aplicar ésta a la vida diaria.
Al incorporar las actividades de Química cotidiana es preciso analizar si se va a utilizar
de forma anecdótica, como mero pasatiempo, a modo de ejemplo, como puro
espectáculo o como entretenimiento, es decir, un tratamiento como “experiencias
florero” frente al uso de la química cotidiana como base para la elaboración del
currículo.
Plantear las actividades a modo de ejemplo con una adecuada estructuración
metodológica le daría la posibilidad al profesor de motivar al estudiante por la carrera
desde que comienza el 1er año, problema aún no resuelto y que conduce a que
muchos estudiantes decidan abandonarla.
La química, ciencia para la vida: motivación para su estudio
Los profesionales de la educación en algún momento de sus existencias se preguntan,
¿por qué escogieron la profesión de enseñar Química?, y la respuesta es sencilla, es
una manera de relacionarse con su entorno, con todo los que los rodea. El presente
es un mundo moderno, los seres humanos dependen de la tecnología y de nuevos
materiales permanentemente. La calidad de vida requiere del suministro permanente
de alimentos y medicamentos, además de grandes cantidades de energía. El modo
de vida de los humanos depende de la Química. Los alimentos que los seres humanos
ingieren contienen preservantes que retardan su deterioro, se utilizan fertilizantes y
plaguicidas para mejorar la eficiencia de los cultivos. A la vez se utilizan fibras y
elastómeros sintéticos tanto en vestimenta como en calzado. El sistema de transporte
está basado en combustibles como la gasolina y el diésel (o biodiésel); los motores
requieren de lubricantes y otros aditivos. La comodidad en los hogares depende de
materiales poliméricos como los plásticos, las pinturas, los barnices, las espumas
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Revista Ciencia & Tecnología
No. 27, 31 de julio de 2020
ISSN impreso: 1390 - 6321
ISSN online: 2661 - 6734