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Revista científica Ciencia Tecnología Vol 20 No 28 págs. 55-66
sociedad, consiste en la búsqueda de mejores estrategias para educar, poniendo en
práctica los medios apropiados para las transformaciones.” (Campos, 2010).
En la innovación o transformación de la educación y de la práctica pedagógica, lo
primero consiste en entender qué será transformado. Puesto que el ser humano está
dotado no solamente de habilidades cognitivas, de razón, sino también de habilidades
emocionales, sociales, morales, físicas, incluso espirituales, es en el propio individuo
donde concuerdan todas ellas, integradas en el cerebro. (Campos, 2010).
En este sentido, han venido desarrollándose las neurociencias, las que han venido
diversificándose a través de nexos con otras ciencias como la psicología, la sociología,
la educación, la economía, entre otras ramas. Específicamente en el campo de la
neurociencia educacional o neuroeducación, se postula que “en el cerebro humano
se encuentra la respuesta para la transformación y al mismo tiempo será
transformado tanto el cerebro del educando como el del estudiante.” (Campos,
2010).
Sobre la base de ese principio, en la Educación Superior, el estudiante constituye el
objeto y a la vez sujeto del aprendizaje, por lo que la neurociencia educacional ofrece
una perspectiva novedosa en este sentido. Del estrecho vínculo que relaciona las
neurociencias con aprendizaje se desprende que cuando se aprende el cerebro
cambia, que la experiencia también es importante para moldear el plástico y flexible
cerebro, y que el aprendizaje organiza y reorganiza el cerebro (Carminati de
Limongelli y Waipan, 2012).
Ha llegado a establecerse la semejanza del funcionamiento del cerebro humano con
el de una orquesta. Mediante la interacción de las diferentes áreas del cerebro se
integran diversas funciones puesto que existe una íntima conexión entre sus
componentes, permitiendo así organizar y seleccionar lo adecuado ante una tarea
requerida. Este complejo proceso constituye la base para seleccionar, almacenar y
guardar una información nueva, que en la medida que sea recuperada podrá
transformarse en aprendizaje (Campos, 2010).
Así, se van desarrollando las habilidades y capacidades, como resultado de un
cerebro en constante aprendizaje y que a la vez se desarrolla tanto morfológica como
funcionalmente. “Las habilidades y capacidades cognitivas, de la esfera social,
emocional, moral y física necesitan ser aprendidas, desarrolladas, practicadas y
utilizadas, para conformar y consolidar las bases de todos los conocimientos
posteriores.” (Campos, 2010).
En la vida de un individuo, es imprescindible la comprensión del aprendizaje, qué es,
cómo se produce y cómo se pueden mejorar los procesos, tanto en el orden individual
como en lo social. Los avances de la ciencia hoy día, han permitido conocer que
durante el desarrollo del sistema nervioso, el cerebro, como órgano central, va
cambiando tanto estructural como funcionalmente.
Desde el punto de vista biológico, a lo largo de este proceso, se van estableciendo
cambios en las conexiones neuronales como producto del aprendizaje y la interacción
con el ambiente que nos rodea. Estas modificaciones se basan fundamentalmente en
el aumento del número de sinapsis neuronales y a esta capacidad del cerebro, se le
denomina plasticidad cerebral.
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Revista Ciencia & Tecnología
No. 28, 31 de octubre de 2020
ISSN impreso: 1390 - 6321
ISSN online: 2661 - 6734