Revista Científica Ciencia y Tecnología Vol 22 No 36 págs. 87-99
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SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la
alimentación mundial
SARSCOV2 and its proportional ravages in world food
Alfonso Casanova Montero 1
alfonso.casanovam@ug.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-8307-005X
Ismael Zuaznabar Morales 2
patanemocarabobo.2019@yahoo.com
https://orcid.org/0000-0003-2360-3667
Rogelio Bermúdez Sarguera 3
rbsarguera@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3293-9242
Recibido: 10/05/2022; Aceptado: 14/09/2022
Resumen
El presente trabajo científico tiene como objetivo caracterizar la situación
alimentaria global dentro de un marco específico: el predomino de la COVID-19,
enfermedad surgida a finales del 2019 y aún presente en nuestros días. Los
métodos teóricos empleados apuntaron al método analítico-sintético y al enfoque
de sistema, de modo que se lograran definir los conceptos basales de la
investigación y se organizara la información existente, respectivamente. Dentro
de los métodos empíricos, utilizamos el método de análisis de documentos, con el
fin de revisar los textos y documentos disponibles en línea online y que abordan
este objeto de estudio. Los resultados principales focalizan mayores consecuencias
negativas para el comercio, que derivan en caídas de precios y dificultades de
suministros, así como el decrecimiento del comercio global, dando lugar
incuestionablemente a la inseguridad alimentaria aguda y a una crisis de la misma
naturaleza, lo que no traería consigo la salida inmediata y plena de la crítica
situación de los alimentos, uno de los tantos problemas urgentes del mundo
actual.
Palabras clave: alimentación global, crisis alimentaria, mercado mundial de
alimentos, pandemia, pobreza.
1 PhD, Universidad de Guayaquil, Ecuador
2 Licenciado en Economía, Consultor independiente, Venezuela
3 PhD, Universidad de Guayaquil, Ecuador
Casanova, Zuaznábar y Bermúdez.
SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
Abstract
This scientific work aims to characterize the global food situation within a specific
framework: the pre-term of COVID-19, a disease that emerged at the end of 2019
and still present in our day. The theoretical methods used pointed to the analytical-
synthetic method and the system approach, so that the basic concepts of research
could be defined and existing information organized, respectively. Within empirical
methods, we use the document analysis method, in order to review the texts and
documents available online and that address this object of study. The main
results focus on the global economic situation and the decline of global trade,
unquestionably leading to acute food insecurity and a crisis of the same nature,
which would not lead to the immediate and full exit from the critical food situation,
one of the many urgent problems in today's world.
Keywords: global food crisis, food crisis, global food market, pandemic, poverty.
Introducción
La situación alimentaria global, a inicios de la tercera década del siglo XXI, no
proyectaba mejorías en muchos países, especialmente en los del Sur. En parte,
esto sucede por la preponderancia de los intereses de las grandes trasnacionales
que dominan la producción y comercialización de alimentos a nivel internacional,
junto a los efectos negativos del cambio climático. Se esperaba así que, en
2020, unos 168 millones de ciudadanos a nivel global necesitarían importantes
aportes de ayuda alimentaria internacional.
Desde el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), se declaró
la existencia de al menos 15 territorios urgidos de tal ayuda alimentaria, que
podrían empeorar si no había un rápido y adecuado apoyo internacional.
EL PMA estima que el impacto económico del COVID-19, en 2020, podría elevar a
265 millones el número de personas expuestas a la inseguridad alimentaria,
registro que casi multiplica por dos a 2019, cuando se estimó que unos 135
millones de seres humanos en el mundo estarían en esa situación. Esto provocó
la necesidad de aumentar los programas de ayuda y cooperación alimentaria, a
nivel mundial. Se estima que 265 millones de ciudadanos de los países de ingresos
bajos y medios estarían en situación de inseguridad alimentaria aguda, a finales
de 2020. De ahí la importancia de adoptar medidas urgentes ante este peligro.
La mayoría de los que padecieron inseguridad alimentaria, en 2019, se ubicaron
en territorios en conflictos (77 millones), dificultades ante el cambio climático (34
millones) y crisis económicas (24 millones). Las peores situaciones se
concentraron en 10 territorios: Yemen, la República Democrática del Congo,
Afganistán, Venezuela, Etiopía, Sudán del Sur, Siria, Sudán, Nigeria y Haití. Crítica
era la situación en Sudán del Sur, donde el 61% de la población se hallaba en
situación de crisis alimentaria. Grandes problemas tuvieron seis países en los que,
por lo menos, el 35% de su población estaba en estado de crisis alimentaria, a
saber, Yemen, República Centroafricana, Zimbabue, Afganistán, República Árabe
Siria y Haití. Actualmente, 821 millones de personas se van a la cama con hambre
cada noche, en todo el mundo (Ricoy, 2020).
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De esta manera, la situación económica y el crecimiento mundial y del comercio
global, pronosticado en 2020, no traería consigo la salida plena de muchos de los
problemas urgentes de una gran parte del mundo y, dentro de estos, la situación
alimentaria que se mantenía como punto crítico y que el COVID-19 incrementó.
Esto determina la necesidad, de acuerdo con LA JORNADA (2020), de un diseño y
seguimiento mundial que se centre en cuatro prioridades de intervención sobre la
situación alimentaria mundial, a saber,
Aumentar y expandir los sistemas de vigilancia establecidos sobre la dinámica
de la seguridad alimentaria y llevarlos a tiempo real, de forma tal que proporcionen
información sobre los efectos del COVID-19 en la seguridad alimentaria global y
en los medios de vida, la salud, el acceso a los servicios, los mercados y las
cadenas de suministro de alimentos mundiales, entre otros elementos, para
decidir, a tiempo, las medidas inmediatas a adoptar y de mitigación.
Mantener la asistencia humanitaria crítica en forma de alimentos, medios de
subsistencia y nutrición para los grupos identificados como más vulnerables -
adaptada a los posibles efectos de la enfermedad que garanticen la satisfacción
plena de las necesidades alimentarias de estos segmentos de seres humanos.
Reforzar y ampliar los sistemas de protección social para garantizar que los
habitantes de los territorios más vulnerables, que estén afectados por el COVID-
19 o corran un alto riesgo de padecerlo, tengan acceso seguro a los alimentos
necesarios para preservar sus vidas.
Elevar el apoyo a la elaboración de alimentos, al transporte y a los mercados
locales de productos, y fomentar la apertura de los corredores comerciales que
garanticen el funcionamiento continuo de la cadena de suministro de alimentos y
los sistemas agroalimentarios esenciales en los países con crisis alimentarias.
La violencia, la inestabilidad política y los desastres naturales, junto con el dominio
trasnacional de la producción y comercialización de alimentos, de los esquemas
de fijación de sus precios en los mercados globales, así como de los efectos del
cambio climático, resultan causales directos de estas crisis alimentarias, presentes
a nivel mundial, lo que provoca que millones de personas tengan dificultades para
lograr alimentarse, según patrones mínimos de vida y salud, en distintos lugares
del mundo.
La pandemia del COVID-19 vendría a complicar esta ya difícil situación alimentaria
a nivel mundial, con lo que se espera incrementos de la pobreza y carencias
alimentarias globales.
Desarrollo
Antecedentes a la Realidad de 2020
Entre 2007 y 2008, se registró un incremento de los precios mundiales de los
alimentos, movimiento contrario al de la crisis actual del mercado mundial de
alimentos cuando, a pesar de la situación financiera y la caída de la demanda
global, las existencias mundiales de alimentos eran bajas y los precios del petróleo
eran altos, combinación que estimuló la producción, entre otros rubros, del etanol
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Casanova, Zuaznábar y Bermúdez.
SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
de la caña de azúcar, la remolacha y el maíz, principalmente, sin contar con que
la crisis, a pesar de caer la demanda agregada, no implicó el cierre de actividades
como el turismo, la restauración y la industria alimentaria, en general, como
sucedió con la pandemia de COVID-19, en 2020.
En la crisis de 2007 a 2008, según Will (2011), se calculó que aproximadamente
una tercera parte de los países acordaron restricciones al comercio internacional
y, por eso, digamos, los precios del arroz y el trigo se incrementaron en un 45%,
alrededor del 30%, respectivamente.
Tras estas dinámicas y las tendencias especulativas, los ministros de Agricultura
del G20 crearon, en 2011, el Sistema de Información sobre el Mercado Agrícola
(AMIS), por sus siglas en inglés (FAO, 2012), buscando darle mayor transparencia
al mercado de alimentos global y procurar una mejor coordinación entre ofertantes
y demandantes y evitar subidas de precios en los mercados internacionales de
alimentos.
A pesar de esto, durante 2010 a 2011, los precios crecieron en el mercado
alimentario mundial, pero sus causales fueron en especial climáticas y se
multiplicaron en una coyuntura donde los problemas climáticos minoraron los
rendimientos mundiales y trajeron importantes caídas en los principales países
exportadores.
Coyuntura 2020
En medio de la crisis sanitaria global de 2020, al menos en sus primeros meses,
la realidad no era igual a la de la crisis mundial previa de 2008 y, con algunas
excepciones localizadas, la producción de los principales alimentos básicos --
azúcar, carnes, trigo, arroz, maíz-- era alta frente al promedio de los anteriores
cinco años, y los precios del petróleo eran bajos, lo que abarataba costos
mundiales de producir alimentos. Esta cuestión de los energéticos era otra
diferencia, respecto a 2008.
Los niveles de producción y las existencias mundiales de alimentos básicos estaban
en niveles adecuados para satisfacer la demanda mundial, y los precios de la
mayoría de los productos alimenticios se mantenían relativamente estables, hasta
principios de 2020.
Los problemas globales derivados del COVID-19 y las políticas nacionales de su
combate, y no la oferta mundial, eran los puntos críticos en el mercado de
alimentos, al menos en el primer semestre del año 2020 y, junto a la caída de la
demanda mundial, por los cierres de capacidades industriales y de servicios como
el turismo y la restauración fueron, junto a los minorados precios del petróleo, los
responsables de los bajos precios de los alimentos.
El mercado petrolero, cuyos precios influyen directamente en los productos
alimenticios como el maíz, el azúcar y otros cereales y productos como la
remolacha, se comportó a la baja tendencialmente, en los primeros meses de
2020, tras un ligero repunte a principios de año, pero, más adelante, todos los
pronósticos de aumento del consumo petrolero, en un mercado equilibrado, la
pandemia del COVID-19 los derrumbó.
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Los pronósticos elaborados a finales de 2019, sobre el potencial comportamiento
del mercado petrolero mundial para 2020, según las fuentes principales, no eran
demasiado optimistas, pero nadie podía prevenir que el efecto del COVID-19
apareciera y detendría parte importante de la economía China, primero, en enero
y febrero, la europea después, en marzo, y la estadounidense desde finales de
marzo y abril, más otras economías del mundo, y dejaría en tierra a casi toda la
flota área mundial, paralizaría cientos de navíos, dejaría los hoteles sin huéspedes,
los restaurantes y estadios vacíos, y millones de automóviles y equipos
automotores, agrícolas, de la construcción y demás, estacionados en la
inamovilidad decretada, casi a nivel mundial.En enero de 2020, en su informe
mensual del ritmo y pulso del sector energético global, la AIE pidió calma a los
actores del mercado petrolero, cuando equilibrar su dinámica ya no era entonces
tan fácil como en el pasado.
Esto tuvo lugar, en primer lugar, porque el aumento de la producción de crudos
fuera de la OPEP, a la par de las abundantes reservas mundiales de crudo, estaba
ayudando y ayudarían al mercado a superar la crisis del Covid-19 y otras crisis
políticas como el enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán. En segundo lugar,
el mercado actual, donde la producción de los países no pertenecientes a la OPEP
estaba aumentando notablemente y las reservas de la OCDE estaban en 9 millones
de barriles por encima de la media de los cinco años anteriores, proporcionó una
base sólida para reaccionar ante cualquier escalada de la tensión geopolítica. El
peso de los actores del mercado, en tercer lugar, había cambiado cuando desde
2016 a enero de 2020, la producción media de crudo de la OPEP había pasado de
los 37,7 MBD de crudo y condensados a 35,4 MB Den 2019, mientras la producción
ajena creció de 59,2 MBD a superar los 67 MBD, mostrando un cambio importante
en la correlación de fuerzas entre los actores del mercado. Por su parte, la OPEP
seguía siendo importante, pero menos influyente a largo plazo. Y, por último, el
mayor número de participantes dotaba de más estabilidad al mercado y limitaba
la monopolización de los precios (Reuters, 2020).
En efecto, los precios se movieron de forma irregular y, por ejemplo, en enero de
2020, subieron tras las acciones bélicas de fuerzas especiales estadounidenses
contra un importante jefe militar iraní. Tras ello, el mercado se calmó y, para
marzo, el crudo WTI perdió 1% de sus cotizaciones y cerró el barril en 49,61
dólares, por debajo de los pronósticos anunciados del comportamiento del
mercado. En abril, la caída continuó e incluso se llegó al crac del 20 de abril, donde
por primera vez los precios del crudo WTI se cotizaron por debajo de cero y
alcanzaron valores negativos.
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SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
Figura 1. Precios del petróleo desde enero a febrero del 2020
Fuente: El Universo. Ecuador. Guayaquil (06 de febrero de 2020)
En la crisis de 2008, el turismo mundial se afectó y a nivel de las regiones la
recesión se hizo palpable. En 2009, la tasa de ocupación hotelera disminuyó a
nivel global y América, en general; la ocupación cayó al 54.7 %, mientras que
otras regiones lograron mantenerse por encima del 60%. Con el COVID-19, estos
datos fueron superados, debido a que se sumaban los elementos explosivos del
miedo a viajar, la crisis de la economía y las acciones restrictivas de los gobiernos
al traslado extra-fronteras de sus ciudadanos y las recepciones de visitantes.
En 2020, en la crisis del COVID-19, fue acelerado el cierre de restaurantes y la
afectación del turismo. Estas acciones deprimieron los precios de los alimentos
a nivel mundial; el sector turístico que representaba, en 2018, unos 319 millones
de puestos de trabajo, es decir, el 10% del empleo mundial, según los datos del
Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) y la rápida
propagación de la enfermedad, sumió al sector en una seria crisis. Es ostensible
ver cómo los viajes de placer representaban casi el 80% del total, frente al 20%
de los que se hacen por negocios, señala la WTTC.
La significación del turismo se destaca al apreciar cómo a nivel mundial los viajes
y el turismo contribuyeron directamente con aproximadamente 2.9 billones de
dólares estadounidenses al PIB global, en 2019, y, en ese mismo lapso temporal,
la industria de viajes y turismo de los Estados Unidos contribuyó directamente
con la mayor cantidad al PIB turístico mundial, con un total de 580.7 mil millones
de dólares.
Si se aprecia, además, sus resultados de los últimos tiempos, casi nadie discutirá
el alto nivel de expansión obtenido por la industria turística mundial a la altura
de enero de 2020, con el desarrollo de las transportaciones aéreas, navieras y
terrestres, apoyado por el incremento de la movilidad humana dado el
crecimiento, en los últimos años, de la clase media, puntales esenciales de sus
clientes y factor estimulante del creciente dinamismo de la industria del turismo.
Todo esto estuvo acrecentó el resto de las industrias y actividades de apoyo
logístico al turismo, en sus actividades directas de hotelería, gastronomía,
comercio y actividades conexas (transporte aéreo, aeropuertos, agencias de
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viajes, seguros y reaseguros, textil, productores de alimentos, bebidas y licores,
entretenimientos, cruceros, etc.). Dentro de estas, se fortaleció especialmente
el sector de la aeronáutica civil.
La acelerada propagación del SARSCoV2 y sus efectos por la agresiva
enfermedad, denominada COVID-19, en un plazo de apenas 4 meses, afectó a
unas 184 naciones del globo terráqueo que dependen, en mayor o menor
medida, del turismo internacional. Todas tienen una actividad turística interna
significativa. Casi ningún territorio quedó exento de cerrar actividades y
Figura 2. Desplome de las reservas en restaurantes de innumerables países
Fuente: Open table
de ahí que esta actividad se encuentre entre las más afectadas por el COVID-19;
de la recuperación de sus actividades y capacidades de generar nuevas maneras
de actuar dependerá, en cierto modo, la recuperación mundial. El regreso del
servicio turístico a sus estándares de operación propia motivará sin dudas la de
otros sectores correlacionados en su verticalidad, o sea, la producción del
servicio básico del turismo, la de la aeronáutica civil mundial y la de actividades
correlacionadas, como la alimentación.
Por tanto, el mercado mundial de abastecimiento, compradores y proveedores
de alimentos, recibieron las consecuencias del coronavirus, en los precios de los
alimentos en todo el mundo y esto indicó cambios significativos en los precios de
las frutas y las hortalizas frescas, provocados por el virus, desde su brote, a
principios de enero de 2020, así como el congestionamiento de los puertos y
medios refrigerados.
En esos meses, las mayores fluctuaciones de precios mayoristas, hasta el 26 de
febrero de 2020, se registran en los productos siguientes: pitahaya tailandesa
de pulpa roja, cuyo precio cayó un 85%, cítricos sudafricanos, un 37%, y ajo
indonesio, que se ha encarecido un 24%, mientras el europeo aumentaba ante
las afectaciones de China.
Alrededor del 80% del ajo que se comercializa en el mundo, se cultiva en China,
por lo que el impacto en el mercado internacional de su paralización relativa
productiva y portuaria del mayor productor de ajos del mundo, fue notable. Otros
mercados asumieron la afectación de China. Por ejemplo, España aumentó
significativamente sus exportaciones y cubrió parte de los pedidos chinos de
mercados que solían apostar fuertemente por el ajo de ese país.
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SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
Debido a sus precios competitivos y, a consecuencia de la falta de oferta, los
precios crecieron. Llama la atención que el ajo cultivado en Europa ganó terreno
en muchos mercados europeos porque los consumidores buscaron alternativa
más ecológica en comparación con el ajo chino. Desde que la OMS declaró que
el coronavirus era una emergencia sanitaria internacional, cayeron las
exportaciones del ajo chino, así como otros muchos productos procedentes del
agro de este país asiático y, a la vez, los consumidores desconfiaban de los
efectos que pudiera tener la enfermedad en los alimentos que venían de ese
origen, cuyos parámetros de seguridad alimentaria, se estimó, la alejaban de los
europeos.
En los Estados Unidos, se afectaron las importaciones procedentes de China, por
el aumento de los aranceles, favoreciendo la demanda de productos nacionales.
En México, Perú e Indonesia, dependientes de China, se dispararon los precios
de la importación de ajo, en un 90%, adquiriendo el producto en España y
Argentina (Fresh Plaza, 2020).
Los precios medios ponderados del tomate, en la Unión Europea, en 2020, se
sitúan en 110 euros por 100 kilos, 4 euros más que el año pasado, y 11 euros
por encima de la media quinquenal.
Figura 3. Destinos de exportación de tomates frescos de EEUU
Fuente: https://www.freshplaza.com/ 2020
En la semana 6 del 2020, los precios medios al por mayor de las bananas de los
Estados de África, el Caribe y el Pacífico se situaron en 81 euros por 100 kilos,
mientras la media ponderada (excluido el precio de la Unión Europea) fue 105,
un aumento del 3% con respecto a la semana anterior y un aumento interanual
del 16%.
En esa misma semana, los precios mayoristas medios de las bananas de los
países de Latinoamérica fueron los más bajos en Eslovenia, con 83 euros por
cada 100 kilos, y los más altos en Italia y Portugal, con 114 euros por cada 100
kilos.
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Los especialistas estimaron que el SARSCoV2 continuaría afectando los precios
de los alimentos y los mercados de todo el mundo, al ritmo de su expansión
mundial y del incremento del número de territorios afectados, de personas
infestadas y fallecidas y sus mayores consecuencias para el comercio podrían
derivar en caídas de precios y dificultades de suministros, al menos durante el
primer semestre de 2020.
En efecto, para nada resulta espinoso advertir que Los efectos del COVID-19
sobre los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria en los países de la
CELAC, variarán, en primer lugar, según las estrategias sanitarias desarrolladas
en cada uno de los países, y serán más profundos según se extienda su aplicación
en el tiempo, en ausencia de políticas complementarias. Adicionalmente, los
impactos sobre la oferta y demanda de alimentos dependerán de las estructuras
productivas y comerciales de los países, de sus niveles y grado de desigualdad
de los ingresos, y de factores externos relacionados con los mercados
energéticos y crediticios, o los tipos de cambio. (FAO, 2020, p.5)
Afectaciones Logísticas
Dado que la propagación del virus se consideró una emergencia sanitaria
mundial, las rutas internacionales de suministro experimentaron considerables
alteraciones y países como Rusia, Indonesia Vietnam, Mongolia, y Australia
cerraron fronteras frente a China o pusieron en marcha políticas económicas de
freno a la importación de productos alimentarios o agrícolas. hacia y desde este
destino.
La congestión de contenedores frigoríficos en China continúo aumentando debido
al impacto del coronavirus y ese cuello de botella, que limitaba la eficacia de los
puertos y las cadenas de exportación e importación, se concentró principalmente
en los principales centros portuarios nacionales como Shanghái, Xingang, Tianjin
y Ningbo, cuyas capacidades de almacenamientos de productos en contenedores
colapsaron ante la epidemia, especialmente, las de los frigoríficos. En
consecuencia, las navieras decidieron no aumentar esta presión y descargar
estos medios en terminales alternos a las chinas o no recoger contenedores con
destino al país asiático.
Ante esta situación, las empresas operadoras chinas decidieron aumentar los
costos de sus actividades e impusieron un impuesto adicional a los normales de
congestión para el transporte refrigerado a China, con precios que variaban de
mil a 1,25 miles de dólares estadounidenses.
Tampoco Hong Kong funcionaba en este sentido y esos primeros momentos
enchufes reefer, disponibles para las cargas refrigeradas y los barcos
portacontenedores especializados, tenían que buscar otros puertos y
descargarlos en la región aledaña a China, incluidas las terminales de Vietnam,
Malasia, Taiwán, etc., generando mayores costos a los operadores o
manteniéndolos a bordo hasta que los buques feeder pudieran entregarlos a su
destino.
Los contenedores que estaban varados en las terminales del este de Asia
causaron escasez de reefers en otros lugares y, por ejemplo, en Chile y Holanda,
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SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
estaban afectando la exportación de fruta a China y a otros destinos. De manera
que se afectaron sus suministros normales y se estancó el flujo normal de
exportación. Casi no existían contenedores-frigoríficos disponibles en el mercado
para tal fin y los buques portacontenedores de la ruta, a y desde China, apenas
tenían contenedores libres en sus barcos y puertos.
Agravando la disponibilidad y uso del parque de contenedores refrigerados
mundiales, ya hubo una escasez de reefers en el mercado, debido a la gripe
porcina en China, que provocó una creciente exportación de carne de Europa y
América del Sur a ese país y ahora con el China coronavirus se reforzó
considerablemente ese efecto porque no había servicios de la magnitud normal
de transporte, desde los puertos chinos hacia los mercados del interior del país
y, además, el personal de los puertos estaba recluido o limitado a acceder a sus
labores en sus hogares, lo que limitaba la descarga de los navíos.
Los técnicos pronosticaron que la situación en el mercado naviero no mejoraría
rápidamente, incluso, si se encontraba un medicamento que contralara la
enfermedad. Tal panorama logístico tendría repercusiones en el mercado
mundial durante muchos meses más y afectaría, en especial, a los productos
alimenticios que demandaban cadenas de refrigeración.
Se estimó que, a finales de febrero de 2020, todos los puertos en China
estuvieran llenos de contenedores refrigerados, lo que representaba
aproximadamente 120 mil contenedores, mientras que el número total a nivel
global era de aproximadamente 1,5 a 1,6 millones. Esto implicó que alrededor
del 8% de los contenedores frigoríficos mundiales estaba fuera del mercado,
debido a la congestión de los puertos chinos y la interrupción de la cadena
puerto-economía interna, en ese país.
Si se sumaran los cargados en los buques sin poder descargar y los depositados
temporariamente en los mercados regionales y puertos de exportación, la
afectación sería mayor y los costos de la logística mundial crecerían de forma
exponencial hasta que la situación se normalizase; y eso, no sería rápido.
Esto freno del comercio de mercancías refrigeradas, especialmente frutas y
verduras, carnes y lácteos, cuyo comercio había crecido aceleradamente en los
últimos años, resultaban con grandes pérdidas, específicamente en productos de
poca resistencia a la refrigeración, aunque el aumento del tiempo en los
frigoríficos implicaba igualmente mayores gastos de los exportadores, en
momentos de precios relativamente reducidos por la caída de la demanda
mundial.
Algunas compañías navieras reportaron una escasez total de 100 mil
contenedores refrigerados para productos hortofrutícolas y, por ejemplo, Maersk
informó que había unos 3.5 mil reefers llenos de productos que estaban retenidos
en los puertos chinos. “Vemos que las tarifas de los contenedores reefer se han
disparado", dice un agente de transporte en los Países Bajos. “Ya vimos escasez
de por sí en el mercado de reefers, en agosto de 2019 y ahora se le ha sumado
esta situación. Hacemos bastantes envíos en contenedores refrigerados hacia y
desde el Lejano Oriente, entre otras cosas para la importación de ajo y
pampelmusa para el mercado europeo. Muchos de nuestros colegas chinos
trabajan actualmente desde casa.
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Todavía estamos recibiendo los volúmenes programados, pero nos cuesta más
tiempo y esfuerzo de lo habitual”. Por su parte, un expedidor informó que costaba
mucho trabajo reservar contenedores, debido a la situación en China. “Ese
mercado estaba muy incierto en este momento y cambiaba cada minuto”.
Comportamiento del Mercado Mundial de Alimentos, en abril 2020. Una
síntesis del mercado mundial de alimentos expresa, en abril de 2020, que en
términos generales el índice de precios de los alimentos de la FAO registró un
promedio de 165,5 puntos, o sea, cae 3,4 % sobre los resultados del tercer mes
del año y refleja el valor más bajo desde el primer mes de 2019.
Esta caída indica un movimiento a la baja por tercer mes consecutivo, afectando
el mercado por los efectos restrictivos de la pandemia, desde febrero de 2020,
cuando creció su expansión mundial. Las causales de la caída del índice se
atribuyen en gran medida a varios efectos negativos de la COVID-19 en los
mercados internacionales, en general, y el de alimentos, en particular.
La excepción elevada de la caída la ofrecen los cereales que apenas disminuyó,
pero todos los demás grupos que componen el índice general registraron
descensos de peso intermensuales en abril, comparado con los niveles del mismo
mes, para 2019.
En resumen, los resultados por grupo apuntan a que los productos lácteos
registraron un descenso del 3,6 %, desde marzo, disminuyendo por segundo
mes consecutivo y ubicándose en el 8,8 % menos con respecto al 2019.
La mantequilla, la leche desnatada en polvo y la leche entera en polvo cayeron
más del 10%, cuando cayó la demanda y crecieron los inventarios y
disponibilidades exportables, ante el cierre del turismo, restauración y
comercios.
Las cotizaciones del queso crecieron un tanto ante la caída de ofertas de Oceanía,
(Australia y Nueva Zelanda), donde la producción presentó su reducción
estacional.
El índice de precios de la carne se ubicó en un promedio de 168,8 puntos, 2,7 %
menos que el mes anterior, cayendo seguidamente desde el primer mes de 2020.
Cotizaciones internacionales de todos los tipos de carne, representados en el
índice, registraron una caída, ante el lento crecimiento de la demanda de China,
insuficiente para compensar la caída de la demanda del resto del mundo por
aislamiento, el cierre de fronteras que limitó la actividad logística, dificultades en
los contenedores refrigerados por congestión en puertos asiáticos, continuos
problemas económicos relacionados con la pandemia y una reducción importante
de la restauración en Europa, Estados Unidos y otros países, lo que determinó el
incremento de existencias y magnitudes de productos acumulados en los
frigoríficos mundiales.
El índice de precios del azúcar de la FAO registró un promedio de 144,9 puntos,
en abril, es decir, 14,6 % menos que en marzo, y cayó por segundo mes
consecutivo.
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SARSCOV2 y sus estragos proporcionales en la alimentación mundial
La interrelación azúcar-energía mostró igual resultado, pues la caída de los
precios de los combustibles desvía a la de azúcar; mayores son los volúmenes
de caña de azúcar para la producción del dulce que del etanol (un sustituto de la
gasolina), por lo que aumentaron las disponibilidades de azúcar para el mercado
mundial, presionado el producto a la baja, por menor demanda de las industrias
alimentarias paralizadas.
El índice de precios de los cereales se situó en un promedio cercano a los 164,0
puntos, en abril, valor inferior al del mes anterior, pero creció levemente en 2,4
% de su valor, en abril de 2019. El precio del trigo y el arroz, en abril,
aumentaron, aunque, en general, el precio de los cereales permaneció cerca del
nivel alcanzado en el mes marzo de 2020. El precio del maíz cayó.
Las cotizaciones del trigo subieron un 2,5 % como consecuencia de la fuerte
demanda internacional, ante noticias del agotamiento de la capacidad de
exportación de Rusia.
Rusia detiene las exportaciones de grano para proteger su mercado interno y
estableció una cuota de 7 millones de toneladas de los principales cultivos de
cereales del país para el periodo comprendido entre el 1 de abril y el 30 de junio
de 2020. El Ministerio de Agricultura de Rusia decidió suspender las ventas al
extranjero, pues todos estos productos básicos han encontrado compradores
fuera de las fronteras federales. Rusia Beyond (2020) indica, en la web oficial,
que se suspende la exportación de varios productos de conformidad con la orden
del Gobierno de la Federación de Rusia de todos los cereales declarados en el
marco del cupo, de trigo, morcajo, centeno, cebada y maíz a los países no
miembros de la Comunidad de Estados Independientes, hasta el 1 de junio de
2020. (p.3)
Esta medida, subraya el Ministerio, tiene por objetivo estabilizar el mercado
interno, ya que los precios de los cereales han aumentado drásticamente, debido
a la crisis del COVID-19, y el país buscaba proteger sus productos cuando una
tonelada de trigo valía más que una de petróleo, en el mercado global. Quizás
los rusos buscaban ganar en ello lo perdido en sus exportaciones petroleras
(Russia Beyond, 2019).
Esta acción rusa supuso la primera interrupción de sus exportaciones de trigo,
en diez años, afectada, además, por el marco coyuntural de la pandemia, por un
clima más adverso de precipitaciones anormales, bajas temperaturas tardías y
por un verano que se esperaba fuese más caluroso del normal.
De este volumen restrictivo, solo se vendieron, en abril de 2020, entre 3,2 y
3,3 millones de toneladas y el resto quedaba para los meses venideros.
La imposición de restricciones provisionales a la exportación de grandes
productores asiáticos, como China y Vietnam, y las dificultades logísticas
derivadas de la pandemia, impulsaron el precio del arroz, que tuvo en abril un
incremento del 7,2 %, aunque estos aumentos fueron temporales, por la acción
de incrementar sus exportaciones Vietnam, a finales del mes.
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Revista Científica Ciencia y Tecnología Vol 22 No 36 págs. 87-99
http://cienciaytecnologia.uteg.edu.ec
El precio del maíz descendió por tercer mes seguido, dentro de una coyuntura
de menor demanda, con destino a la producción de etanol, por menor precio del
combustible y caída de la demanda de gasolina por cuarentenas mundiales,
sumado a un contexto de menor demanda de piensos para el alimento animal, y
de abundantes cosechas en Sudamérica.
Resulta oportuno, así, terminar el artículo con la intervención de Díaz-Canel
Bermúdez, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba
y Presidente de la República, en la Cumbre de la Organización de Naciones Unidas
sobre los Sistemas Alimentarios, desde el Palacio de la Revolución, el 23 de
septiembre de 2021. En ella subrayó:
No es posible olvidar la advertencia que hace 25 años lanzó el líder histórico de
la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, en la Cumbre sobre la Alimentación en
Roma, y cito: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre
cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no
pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma. (p.2)
Conclusiones
La pandemia del SARSCOV2 y su efecto, el COVID-19, han complicado la situación
alimentaria mundial, haciéndola más discriminatoria y desigual. El retorno a la
situación anterior --que tampoco era satisfactoria será poco probable, de
continuar la presente situación, dado el mal empleo del potencial alimentario
mundial.
A pesar de haber suficiente oferta y variedad de alimentos, producidos a nivel
global, dado el desarrollo tecnológico existente, se presentan falencias en la
utilización final de lo producido; es muy alto el nivel de pérdidas desde el momento
de la cosecha hasta la llegada a la mesa de los ciudadanos, demostrando
importantes problemas en la distribución, que afectan el nivel de vida y hasta la
propia subsistencia de millones de habitantes del mundo.
Hay elementos políticos, militares, económicos, religiosos, de propiedad y de otra
índole que afectan la realidad de poder lograr que todos los seres humanos puedan
alimentarse de forma satisfactoria y logren vivir de manera adecuada y saludable.
Referencias bibliográficas
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alimentarios. https://www.un.org/es/food-systems-summit
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https://www.eluniverso.com/noticias/2020/04/21/nota/7819368/coronavirus-
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