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Revista Ciencia & Tecnología
No. 46, 30 de abril de 2025
ISSN: 1390 - 6321
El lenguaje afectivo en la inteligencia emocional de los niños
Torres, Montero, Álvarez
El lenguaje afectivo en la inteligencia emocional de los niños
Affective language in children’s emotional intelligence
Marco Ramiro Torres Lema37
marcoramirotorres@yahoo.es
https://orcid.org/0000-0003-3505-6816
María Fernanda Montero Garofalo38
mf.monterog@uea.edu.ec
https://orcid.org/0009-0002-3802-1440
Nadia Micaela Álvarez Peláez39
nm.alvarezp@uea.edu.ec
https://orcid.org/0009-0000-9094-4547
Recibido: 1 /12/ 2024; Aprobado: 11/ 2/ 2025
Resumen
El artículo aborda los fundamentos teóricos del lenguaje afectivo en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños. Mediante
el análisis documental de fuentes especializadas se conrmó que el uso constante del lenguaje afectivo por parte de los padres de
familia, profesores y entrenadores contribuye al desarrollo de la inteligencia emocional, evidenciándose en la mejora signicativa de la
autoestima, la autorregulación de las emociones y las relaciones interpersonales armoniosas. Aunque la inteligencia emocional ha sido
ampliamente tratada por la literatura especializada, aún existen vacíos teóricos respecto a la aplicación del lenguaje afectivo a largo
plazo, especialmente en contextos culturales diversos. Tampoco existe un lenguaje afectivo estandarizado para profesores de educación
inicial, media y superior. El estudio sugiere mayor capacitación en el uso del lenguaje afectivo para los docentes, padres de familia y en-
trenadores, incluso el lenguaje afectivo debería implementarse como ejercicio de la política pública para fomentar ambientes armoniosos
para el aprendizaje y disminuir el acoso escolar
Palabras clave: Autoestima, autorregulación emocional, relaciones interpersonales
Abstract
The study addresses the theoretical foundations of positive language in the development of emotional intelligence in children. Through
a documentary analysis of specialized sources, it was conrmed that the consistent use of aective language by parents, teachers, and
coaches contributes to the development of emotional intelligence, as evidenced by signicant improvements in self-esteem, emotional
self-regulation, and harmonious interpersonal relationships. Although emotional intelligence has been widely discussed in specialized
literature, theoretical gaps remain regarding the long-term application of aective language, especially in diverse cultural contexts. More-
37 PhD. Profesor titular, Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador.
38 Msc, Profesor ocasional, Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador.
39 Msc, Profesor ocasional, Universidad Estatal Amazónica, Puyo, Ecuador.
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over, there is no standardized aective language for teachers in early, middle, and higher education. The study suggests greater training
in the use of aective language for teachers, parents, and coaches; in fact, aective language should be implemented as a public policy
measure to promote harmonious learning environments and reduce bullying in schools.
Keywords: Self-esteem, emotional self-regulation, interpersonal relationships
Introducción
La palabra es más fuerte que una piedra porque traspasa el alma y deja huellas muchas veces imborrables en el inconsciente, hay
palabras alegres y tristes que hacen que los niños puedan sentirse importantes o insignicantes. Desde esta perspectiva se analiza los
fundamentos teóricos sobre cómo el lenguaje afectivo impacta en la inteligencia emocional de los niños. Este es un enfoque práctico
adaptable a contextos multiculturales, permitiendo a padres de familia, profesores, coachs y responsables de políticas educativas imple-
mentar una solución para disminuir la violencia verbal, el acoso escolar, la exclusión social y la deserción educativa, mediante el uso del
lenguaje afectivo. De este modo, es una contribución relevante y útil para la educación en diversos escenarios internacionales.
Para Angelis & Zordan (2009) el ser humano es un ser biológico, psíquico y espiritual. Tiene un cerebro donde se encuentra la mani-
festación de toda actividad consciente (sensaciones, emociones, acciones) que corresponde a la actividad neuronal, es decir, es la sede
del alma donde coordina las diferentes manifestaciones de la conciencia psicosomatizada. Por tanto, el alma es la sede de los sentimien-
tos, las emociones, la racionalidad y está ligada a la dimensión espiritual del ser humano. Los griegos los llamaron psychë, del cual se deri-
va el término psicología; mientras que el cuerpo es el soporte físico del el cerebro que coordina las funciones vitales. El espíritu, conocido
en términos losócos como “nous” o “pneuma” trasciende lo corporal y lo temporal, funcionando como una potencia de unión entre las
diferentes facetas del ser humano, puede vincular y armonizar las dimensiones físicas y psíquicas. En este escenario las palabras llegan
al alma de los niños y dependen de su signicado y la forma como se dice que puede afectar a sus emociones.
Bowdoin, R., & Torre, J. C. P. (1992) arma que el lenguaje afectivo es una herramienta poderosa que pueden usar los padres, profesores
para el desarrollo integral del niño, pues las palabras refuerzan la carga de afectividad. Para Goleman, (1995) las palabras que provocan
emociones positivas contribuyen a que los niños aprendan a manejar sus sentimientos de manera asertiva, generando entornos que
promueven el crecimiento emocional y social.
En esta línea Gottman (1997) armó que el lenguaje afectivo tiene un doble rol: ayuda a los niños a procesar sus emociones y genera
conexiones emocionales entre ellos y las personas que los rodean. Aconseja a los padres, fortalecer el vínculo emocional con los hijos,
mediante el emotion coaching. Por ejemplo, cuando un niño está molesto porque su juguete favorito se rompió. En lugar de minimizar su
emoción, el padre reconoce su frustración, diciendo: “Veo que estás triste y enojado porque tu juguete se rompió. Es frustrante, ¿verdad?
Si el niño comienza a lanzar objetos en su enojo, el padre establece un límite: “Es normal sentir enojo, pero no está bien lanzar cosas.
Hablemos de cómo podemos calmarte.”. Esta técnica se enfoca en utilizar las palabras adecuadas en el momento y lugar adecuado.
Desde la perspectiva de la Programación Neurolingüística (PNL), Dilts (2003) y Mahony (2007) sostienen que se puede modicar las con-
ductas, creencias y su percepción de sí mismos, mediante la reprogramación de la mente de los niños, utilizando palabras afectivas para
que enfrenten las dicultades emocionales con una perspectiva más positiva, seguridad en mismo, empatía y permitiéndoles actuar
con asertividad. Daugherty (2007) enfatiza que las palabras que una persona elige pronunciar tiene un impacto directo en su vida diaria y
también moldea su destino emocional y espiritual. Insta a ser conscientes del impacto de cada palabra, porque su pronunciación repetida-
mente forma la percepción de la vida y las relaciones de una persona. En este sentido las palabras positivas atraen sanación, prosperidad
y éxito; mientras que las palabras negativas llevan a situaciones de caos o conicto.
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Williams (2019) señaló que las palabras tienen un impacto profundo en el desarrollo cognitivo y emocional que moldean los circuitos neu-
ronales de los niños, facilitando la gestión de las emociones y la prevención de posibles problemas comportamiento negativo. Siguiendo
esta línea de pensamiento Bisquerra (2021) sugiere el uso de un vocabulario emocional adecuado para incrementar la conciencia sobre
los propios sentimientos, la autoconciencia, la empatía, manejar el estrés y los conictos.
Arce et al. (2023) destacaron que el uso de un lenguaje afectivo en el aula contribuye a la creación de un entorno de aprendizaje más
seguro, motivador, facilitando a los estudiantes expresar sus emociones y construyendo al mismo tiempo un ambiente escolar armonioso
y productivo para el aprendizaje. Ricart et al. (2023) y Morente et al. (2023) también destacaron que el uso del lenguaje afectivo en la edu-
cación primaria contribuye al desarrollo emocional y social de los estudiantes. Sin embargo, enfatizan que existen diferencias signicati-
vas en el uso del vocabulario emocional, según el sexo y la etapa educativa. Esto concuerda con la idea de Aristóteles, cuando comparaba
que la mente de un niño es parecida a una tabla rasa, y conforme crece, va impregnándose en su mente ideas, palabras y concepciones.
Bowdoin & Torre (1992) identicaron que el 50% del desarrollo total de la inteligencia humana se lleva a cabo, antes de los cuatro años, el
30% se efectúa entre los cuatro y ocho años, y el resto durante el resto de la vida. Por esta razón señalan a los padres como verdaderos
maestros y aconsejan que deben utilizar palabras afectivas con sus hijos que determinarán su actitud en la escuela y en su vida. En la
investigación entre madres e hijos, sobre cómo el lenguaje afectivo puede inuir en contextos donde los niños presentan trastornos de
ansiedad. Nook et al. (2023) demostró que el uso de palabras afectivas positivas o negativas inuía bidireccionalmente, lo que ayuda a
regular las emociones y transmitir afecto y emociones a través de la interacción verbal.
Alegre (2018) destaca que las expresiones positivas, palabras amables y elogios especícos fortalecen el vínculo afectivo entre padres e
hijos, alimentan su autoestima y promueven un ambiente de cooperación y respeto. En este sentido, el lenguaje afectivo se integra como
una estrategia clave en el desarrollo emocional de los niños. No obstante, las palabras y los elogios deben ser sinceros y relacionados con
acciones concretas para evitar la adulación y efectos negativos como la inseguridad.
Kogan (2024) reveló que el uso de palabras afectivas en el aula de preescolar, mediante la lectura dialógica, mejora signicativamente el
conocimiento del vocabulario emocional de los estudiantes. Al enseñarles a los niños palabras especícas para describir sus emociones,
se les proporciona un marco lingüístico que facilita la expresión de sus sentimientos y la comprensión de los demás. Este enfoque tiene
un impacto en la regulación y autorregulación emocional y en el desarrollo de habilidades sociales, porque los niños son más capaces de
identicar y gestionar sus emociones de manera apropiada, logrando mayor conciencia de sí mismos y de los demás.
Mejía-Flores et al. (2024) sugieren que se necesita más investigación para entender cómo interactúa el lenguaje afectivo en el hogar y en
la escuela, y cómo estas interacciones pueden inuir conjuntamente en el desarrollo emocional a largo plazo, destacan la importancia de
considerar el contexto cultural y socioeconómico en futuros estudios sobre lenguaje afectivo.
En síntesis se dene al lenguaje afectivo al uso de las palabras, expresiones corporales que generan una conexión emocional, bienestar, y
armonía en las relaciones interpersonales para fomentar la armonía, crear un ambiente de convivencia armoniosa, seguridad, conanza,
respeto y fraternidad. En contextos familiares, educativos y laborales, el lenguaje afectivo contribuye a motivar, incentivar el aprendizaje
y mejorar el ambiente de trabajo o estudio.
Conforme a los fundamentos teóricos sobre el lenguaje afectivo analizados, queda demostrado teóricamente que el lenguaje afectivo en
los niños, inuyen en el comportamiento emocional de los niños. No obstante, es importante identicar con qué frecuencia y en qué
medida, tanto padres, profesores y entrenadores utilizan las palabras afectivas cuando se interrelacionan con niños de distintos contex-
tos culturales.
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Con respecto a la inteligencia emocional, Goleman (1995) y Torrabadella (2003) denieron como la capacidad de reconocer, comprender
y gestionar nuestras propias emociones y las de los demás. Por tanto, las personas que tienen inteligencia emocional por lo general
son exitosas a nivel personal, familiar y profesional porque tienen autoconocimiento de sí mismos, empatía, autoestima y control de las
emocione, lo que les permite ser empáticos para llegar a acuerdos con las demás personas. Colmain (2020) estableció que la inteligencia
emocional orienta el camino hacia una vida plena y feliz al proporcionar una estructura para aplicar los principios de inteligencia a las
respuestas emocionales y reconocer que estas respuestas pueden ser lógicamente consistentes o incompatibles con creencias emocio-
nales particulares.
El premio nobel de economía Kahneman (2011), estableció que las emociones pueden guiar adecuadamente las decisiones rápidas; pero
también a cometer errores o sesgos cuando no son moderadas por el pensamiento racional. Fragoso (2015) también maniesta que la
inteligencia emocional se centra en las habilidades cognitivas para procesar y utilizar la información emocional para reconocer y manejar
tanto las emociones propias como las de los demás, eso permite que los estudiantes gestionen mejor sus emociones, interactúen positi-
vamente en entornos educativos, sociales y laborales.
Respecto a la inteligencia emocional de los niños, Dobson (2005) reconoce que los niños necesitan sentir que sus emociones son validadas
y comprendidas, caso contrario, la falta de atención puede llevar a problemas graves como; el aislamiento, ansiedad y conductas autode-
structivas. Newmark (2008), también señaló que los niños necesitan sentirse: respetados, importantes, aceptados, incluidos y seguros.
Satisfacer estas necesidades fortalece la autoestima de los niños y fomenta relaciones positivas entre padres e hijos, creando un entorno
que apoya el crecimiento emocional y social.
En el contexto educativo, tanto Li y Xu (2019) y Gao, Tang, Yang y Fu (2023) reeren que la inteligencia emocional actúa como un factor
protector contra el comportamiento agresivo en los niños, al mediar tanto en la experiencia de emociones positivas como negativas. Los
efectos de una alta inteligencia emocional incluyen una mayor capacidad para experimentar un afecto positivo y regular las emociones
negativas, como la tristeza o la ira. Esto es importante porque el afecto negativo, cuando no es gestionado adecuadamente, puede llevar
a un comportamiento agresivo.
En esta perspectiva los niños con alta inteligencia emocional muestran mayor resiliencia emocional que les permite enfrentar el estrés y
las dicultades de manera más constructiva, reduciendo así la probabilidad de respuestas agresivas. Y por otra parte, tienen más capaci-
dad para trabajar en equipo, asertividad, manejo del estrés, y enfrentar situaciones complicadas de la vida con mayor residencia, lo que
les vuelve exitosos dentro y fuera del aula de clases.
Metodología
El estudio es de corte cualitativo, de gabinete que sirvió para analizar los fundamentos teóricos del lenguaje afectivo y la inteligencia
emocional. Mediante los métodos lógicos (análisis, síntesis, analógico- comparativo, lógico histórico) y el análisis documental se abordó
la literatura especializada sobre el impacto del lenguaje afectivo en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños. Se realizó una
búsqueda sistemática en bases de datos como Science Direct, Scopus, PsycINFO, ERIC y Google Scholar, utilizando las categorías clave
como “lenguaje afectivo” e “inteligencia emocional”. Los criterios de selección incluyeron estudios publicados en los últimos 20 años,
priorizando investigaciones revisadas por pares en áreas de psicología y pedagogía. De un total de 50 fuentes iniciales, se seleccionaron
29 para el análisis. A través de la técnica de análisis temático, se identicaron patrones en el uso del lenguaje afectivo en la regulación
emocional, el desarrollo de la autoestima y la formación de relaciones interpersonales en los niños. El análisis cualitativo permitió integrar
los hallazgos y los vacíos teóricos sobre el tema abordado.
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Resultados
A partir de la revisión de la literatura, se identicaron varios efectos positivos del uso del lenguaje afectivo en el desarrollo de la inteli-
gencia emocional en los niños. La mayoría de los estudios coinciden que, el uso consistente del lenguaje afectivo fomenta en los niños la
capacidad de regular sus emociones, particularmente, revela tres aspectos clave: el desarrollo de la autoestima, la mejora en la regulación
emocional (autocontrol de las emociones) y la formación de relaciones interpersonales saludables.
En primer lugar, se encontró que el uso de palabras afectivas contribuye signicativamente al fortalecimiento de la autoestima de los
niños. Los estudios muestran que los niños expuestos regularmente a un lenguaje positivo tienden a desarrollar una visión más positiva
de sí mismos, mejoran su capacidad para enfrentar desafíos emocionales y sociales (Williams, 2019). Este efecto es más evidente en
contextos educativos, donde los niños que reciben refuerzo positivo de sus maestros muestran un mayor nivel de autoconanza y menor
ansiedad social.
En cuanto a la regulación emocional, los estudios analizados evidencias que los niños que crecen en entornos donde predomina el len-
guaje afectivo son más capaces de reconocer y gestionar sus emociones. Esto se debe a la validación emocional constante que les
proporciona herramientas necesarias para identicar y controlar sus emociones.
En tercer lugar, los estudios analizados concluyen que el lenguaje afectivo inuye positivamente en la formación de las relaciones inter-
personales. Los niños que experimentan un lenguaje positivo en sus interacciones diarias desarrollan una mayor empatía hacia los demás
y tienden a establecer relaciones más saludables y cooperativas; se vuelven más propensos para interactuar con los demás en armonía
y resolver problemas de manera amistosa y pacíca.
Discusión
Los resultados resaltan el impacto signicativo del lenguaje afectivo en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños, un tema
ampliamente investigado en estudios previos ((Bowdoin, & et al, 1992; Goleman, 1995; Alegre, 2018; Dilts, 2003; Mahony, 2007; Bisquerra,
2010; Mendoza, 2020; Arce et al., 2023; Mejía et al., 2024). Los autores coinciden que el uso del lenguaje positivo y la validación emocional
contribuyen al desarrollo de la autoestima, la autorregulación emocional y el desarrollo de relaciones interpersonales saludables, necesa-
rios para la creación de ambientes de aprendizajes armoniosos, inclusivos y solidarios. Sin embargo, hay vacíos teóricos porque no den-
en un estándar de palabras afectivas que limita su aplicación en contextos educativos y que deja a los docentes sin una guía especíca
para implementar el lenguaje afectivo. Tampoco se aborda el lenguaje afectivo en diferentes contextos culturales o a las necesidades
particulares de los niños.
Goleman (1995); Kahneman (2011) coinciden que el uso del lenguaje afectivo mejora la inteligencia emocional al incrementar la empatía y
la capacidad para gestionar las emociones en diversas situaciones. Por otra lado, Ricart et al. (2023), conrmó que los niños expuestos a
un lenguaje afectivo desde una edad temprana desarrollan un vocabulario emocional más amplio, que facilita la expresión y regulación
de sus emociones. Sin embargo, este estudio también señala que la formación docente en el uso del lenguaje afectivo es insuciente, una
brecha importante que mencionan Mejía et al. Para garantizar la efectividad del enfoque, es necesario proporcionar recursos pedagógi-
cos adecuados como guías prácticas y estándares del lenguaje afectivo para que los educadores puedan aplicarlo con sus estudiantes,
sobre todo con los niños en el nivel de educación pre-primaria y primaria.
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A pesar de la abundancia de estudios sobre la inteligencia emocional y el lenguaje afectivo, persisten vacíos signicativos en la literatura,
particularmente en lo que respecta a su aplicación en el ámbito familiar y escolar. Mendoza (2020) rerió que la interacción familiar tam-
bién juega un papel en la adquisición del vocabulario emocional y el desarrollo de las competencias socioemocionales de los niños. Sin
embargo, pocos estudios han explorado cómo el uso del lenguaje afectivo en el hogar complementa y refuerza los esfuerzos realizados
en el aula. Es insuciente las investigaciones longitudinales que midan los efectos a largo plazo de estas intervenciones afectivas, lo que
limita la comprensión del impacto en etapas posteriores del desarrollo. Solo Fragoso (2015) reere a la inteligencia emocional y sus ben-
ecios que les producen en el mercado laboral y académico. También es cierto que la mayoría de las universidades muy poco se interesan
por el desarrollo de la inteligencia emocional de sus estudiantes, per se, se concibe que tienen madurez emocional; pero en la realidad no
es cierto, porque algunos estudiantes incluso llegan a suicidarse.
Los estudios (Mendoza, 2020; Arce et al.,2023; Mejía et al.,2024) destacan la necesidad de implementar programas educativos que inte-
gren el lenguaje afectivo como una herramienta pedagógica clave para el desarrollo de la inteligencia emocional. Estos programas deben
estar orientados a estudiantes, docentes y padres de familia, quienes necesitan formación especializada para aplicar el lenguaje afectivo
en las aulas, en el hogar y los centros de entrenamiento. La implementación del lenguaje afectivo en las instituciones de educación debe
convertirse en una política pública para crear ambientes armoniosos y disminuir el acoso escolar.
El lenguaje afectivo puede implementarse como políticas públicas y programas educativos a través de diversas estrategias. Por ejemplo,
mediante un programa nacional para el lenguaje afectivo (PNLE), que capacite a padres de familia, docentes, entrenadores en técnicas
para validar emociones y reforzar conductas positivas tanto en el lugar como en el aula. También se podrían distribuir guías prácticas para
padres, ofreciendo frases especícas para apoyar emocionalmente a los niños en situaciones cotidianas. Además, campañas nacionales
como “Palabras que Construyen” sensibilizarían a la comunidad sobre el impacto del lenguaje afectivo, mientras que su integración en el
currículo escolar, a través de lecciones de desarrollo socioemocional, permitiría a los estudiantes aprender a expresar empatía y manejar
conictos. En el ámbito extracurricular, módulos para entrenadores deportivos podrían enseñarles a utilizar un lenguaje positivo para re-
forzar la autoestima de los jóvenes. Finalmente, proyectos piloto en escuelas multiculturales serían fundamentales para evaluar la ecacia
del lenguaje afectivo en contextos diversos y adaptarlo a las tradiciones culturales, promoviendo ambientes armoniosos y enriquecedores
tanto en el hogar como en la escuela.
Una de las principales limitaciones identicadas es la falta de estudios experimentales que evalúen el impacto directo del lenguaje afec-
tivo en el desarrollo emocional de los niños, tanto en el entorno escolar como en el familiar. Como sugieren Mejía et al. (2024) y Mendoza
(2020), se necesita un enfoque longitudinal para medir los efectos a largo plazo de las intervenciones afectivas y su inuencia en las
diferentes etapas del desarrollo. Además, se requiere mayor investigación sobre cómo las dinámicas culturales y contextuales inuyen
en la aplicación del lenguaje afectivo y la adquisición del vocabulario afectivo.
Conclusiones
Se conrma que el lenguaje afectivo desempeña un rol fundamental en el desarrollo de la inteligencia emocional de los niños. Aquellos
niños que crecen en entornos donde prevalece el lenguaje afectivo tienen una mayor capacidad para desarrollar la autoestima, regular
sus emociones y establecer relaciones interpersonales saludables. Estos hallazgos coinciden con estudios previos que subrayan la im-
portancia de la validación emocional y el refuerzo positivo para fomentar competencias emocionales clave desde una edad temprana.
Se evidencia que el uso del lenguaje afectivo en la formación docente es insuciente, por lo que es urgente implementar programas de ca-
pacitación para integrarlo en sus prácticas pedagógicas. Además, de los docentes, se debe involucrar a los padres de familia, estudiantes
y autoridades para que se fomente como política pública el uso del lenguaje afectivo en todas las instituciones de educación.
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Es visible los vacíos en la literatura especializada con respecto a la denición de un vocabulario estándar del lenguaje afectivo para pro-
fesores y padres de familia. Además, es insuciente los estudios comparativos del lenguaje afectivo en los diferentes contextos culturales
y socioeconómicos de los niños.
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